¿Te lo vas a perder? Pues mira por donde: sí.

* Contenido original publicado en Artematopeya el 28 de febrero de 2012. (c) 2012-2020 Nacho A. Llorente.

Llegas a una gasolinera para repostar y tu campo visual (reproducido en esta foto) comienza a ejercer de inmediato un efecto de succión sobre tu cerebro. La perspectiva y las fugas del paisaje empiezan a tirar de ti como las sirenas de ulises y es bastante probable que termines, sin haberlo pensado demasiado, pasando tu coche por el túnel de lavado gracias a la potencia inconsciente de atracción que proyecta este conjunto visual.

Entonces, abres la puerta de tu coche para dirigirte a la caja y permitir que te terminen de convencer sin ofrecer resistencia cuanto te encuentras con esto otro:

¡Zas!

Se acaba de romper el hechizo. Y ya no hay tunel de lavado que valga. Porque, después de tener todo a favor para que te gastes 10 euros en un seguramente innecesario lavado sin el riesgo de que te lo pienses mucho, en esta gasolinera de Alcalá de Henares (Madrid) destrozan cualquier eventual posibilidad de que al final lo hagas gracias al copy de esta especie de pancarta panfletera a cuyo autor deberían penar, cuando menos, con la cadena perpetua y excomulgarle de la profesión para evitar que siga perpetrando semejante aberraciones de comunicación.

Y… ¿por qué?

Porque la primera idea, presentada en forma de interrogación pero sin la potencia semántica del lenguaje oral, directamente te está implantando una orden encubierta (no intencionada pero de efecto desastroso para el dueño del túnel) y te está diciendo que te vas a ir sin lavarlo. Recuerda que el sistema nervioso gestiona la información en secuencias de imágenes y primero tiene que visualizarla en afirmativo neutral para después poder interrogarlo o negarlo. Y una vez que tu sistema nervioso ha fabricado la película en la que te ve marchándote sin lavarlo, ya no hay interrogación que valga porque tu inconsciente ha recibido la orden de que te marches sin lavarlo. Literal: te vas a ir sin lavarlo…

Y porque la segunda idea, que es completamente independiente de la primera (no tiene nada que ver irse sin lavarlo con informarse aquí de sus promociones… a no ser que utilices los facilitadores morfológicos que convierten un lenguaje neutro en auténtico lenguaje hipnótico), además de transmitirte una orden o baúl vacío de contenido (una generalización como una rascacielos de cuatrocientos pisos) está superponiéndose a e invalidando la primera idea, empleando para ello una tipografía de mayor tamaño y con un color cálido, por lo que cuando llegas a la segunda línea ya te has olvidado de la primera (¿promociones de qué?).

Y porque la tercera idea, que aún se superpone más a las anteriores porque la tipografía todavía es mucho más grande, termina ofreciéndole a tu pantalla mental una imagen de que… ¡tu coche más limpio!. Estás viendo en tu película mental un coche limpio, brillante y reluciente. Y cuando has visto esa imagen mental de tu coche, tu inconsciente desactiva tu mecanismo de conservación y tu consciente pierde interés en lavarlo porque ya lo está viendo limpio.

Claro, todo esto a no ser que seas un auténtico sucio y tu coche esté cubierto de barro como si hubiera pasado por el Mar Menor y lleves hasta cabezas de gamba y servilletas arrugadas en las alfombrillas del habitáculo, que todo puede ser, en cuyo caso lo terminarás lavando sí o sí. Pero, si eres más o menos prolijo y el uso que le das a tu coche es el más o menos normal del común de los mortales, te aseguro que te habrás marchado de la gasolinera y nunca recordarás ni siquiera haber considerado la posibilidad de lavarlo allí.

Así que ya sabes. Presta mucha atención a tus palabras la próxima vez que quieras lanzar una invitación y evita todos estos ¿te vas a perder tal cosa? o ¿te vas a ir sin tal otra?. Porque estarás provocando, sin saberlo, que te respondan con un pues mira por donde: sí.

Y si quieres saber más sobre lenguaje hipnótico y comunicación persuasiva… nos vemos en un próximo taller de comunicación emocional. 🙂

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