* Contenido original publicado en Artematopeya el 30 de abril de 2009. (c) 2009-2020 Nacho A. Llorente.
El marketing, en unión con las angustias provocadas por la falta de imaginación de las empresas y por su obcecación en mantener modelos antiguos y pasados de moda debido a su incapacidad para crear algo nuevo o para innovar, es una herramienta demoníaca. Securitas, si es cierto que las repetidas visitas que recibo son realmente suyas, es entonces una empresa del sector de la (¡lo adivinaste!) seguridad que vende, aviesamente y con insidia, sus servicios de seguridad para protegerte del peligro y la inseguridad. Si, por cualquier motivo incomprensible, tú no sientes ningún miedo ni vives atormentado por la inseguridad, no hay ningún problema: de regalo y sin ningún coste adicional, te lo provocan primero para poder ofrecerte después una solución. Temporal, eso sí, porque sus ingresos dependen de que tu miedo dure y dure y dure…
La manipulación persuasiva, como casi todo lo que la economía de mercado y el consumo han terminado por emputecer (perdón, por prostituir), es una perversión repugnante de la comunicación persuasiva. Según parece, todo vale para hacer que consumas.
Puede que ya hayas tenido la experiencia, si te has mudado a uno de esos barrios nuevos de las periferias urbanas, de recibir la visita de un comercial de ésta o de cualquier otra empresa de seguridad. Su horario de trabajo es, cuando menos, un poco raro: si la jornada del portero de tu finca termina a las 19:00, ellos siempre aparecen un rato después. Si les preguntas, te dirán «es que, hasta la noche, no hay nadie en las casas«. Una mentira infantil. Todos los porteros de finca tienen instrucciones (y si no es tu caso, deberías ocuparte de que las tuvieran) de no permitir la puerta fría por varios motivos. Así que los evitan y santaspascuas.
Si consiguen llegar hasta tu puerta, aunque sea del lado de fuera, hay algunas cosas que deberías saber sobre las técnicas de manipulación que se emplean en muchos de esos departamentos oscuros y malolientes conocidos como de ventas y que se practican en algunas empresas dirigidas por ese tipo de gerentes de perfil Cuéntame, que fuman puros y que tienen el pelo verde de tanto pasarse la mano por la sienes. Su discurso es «Buenas tardes, somos de la empresa Securitas de Seguridad, ya habrá escuchado usted algo sobre la cantidad de robos, atracos, allanamientos y problemas de seguridad que sufre todo este barrio, han entrado en casas, en pisos, en áticos, en garajes, usted y su familia están expuestos a todos estos peligros bla bla bla…»
Estas cosas son las siguientes:
- El cerebro humano realiza una serie de funciones a nivel cognitivo para el proceso denominado aprendizaje. Esto implica que, ante situaciones nuevas o desconocidas, hay una ventana de tiempo durante la que todas tus alertas conscientes están desactivadas. El cerebro está inicializando su sistema de archivo para esa información. Tu atención, seas consciente de ello o no, está enfocada en la nueva información, dejando tu inconsciente sin defensas. Esto, por si no lo sabías, se llama estado de trance o hipnótico. Sucede varias veces al día en distintas situaciones, en las que tu inconsciente recibe información que se implanta en tu sistema cognitivo sin tu permiso. Esta información puede ser inocua o sencillamente negativa, peligrosa e insidiosamente manipuladora.
- La duración de esa ventana es muy breve, por lo que hay una regla de oro que los comerciales de seguridad conocen y tú probablemente no. Los tres primeros minutos a partir del segundo en el que abres tu puerta son cruciales y es todo el tiempo del que disponen para la primera fase de su misión: implantar en tu inconsciente, por todos los canales sensoriales posibles, los conceptos asociados a la taxonomía miedo: inseguridad, problemas, asaltos, robos, delito, policía… La potencia semántica de una red de palabras conectada crece exponencialmente, ya que cada una aporta su significado propio y refuerza el de las demás, con lo que un buen conversador puede llegar a ser mortalmente nocivo para tu cabeza.
- Te darás cuenta de que la velocidad de su discurso es ostensiblemente mayor, de que abundan los conectores sintácticos (te sorprendería saber lo que es posible hacer con la sencilla conjunción copulativa «y») y de que estos comerciales hacen movimientos más o menos evidentes con su cuerpo, ya sea inclinar ligeramente la cabeza mientras sonríen y enfatizan sus palabras con las cejas o las comisuras de los labios o dando golpecitos en el suelo con el pie o directamente inclinándose para hacer como que miran tras de ti por la rendija para ver qué tienes en casa sin dejar de hablar ni un sólo segundo.
No puedo explicar aquí qué significa todo esto con detalle. Sólo puedo decirte, simplemente, que te están hipnotizando. Y si, además, estás demasiado esclavizado por las buenas maneras y la cultura del sé amable sin criterio, prepárate porque vas a terminar comprando un servicio de seguridad. Aunque, si no lo haces, pronto empezarás a sentir desasosiego, preocupación e intranquilidad sin ningún motivo aparente, echarás la llave por dentro antes de irte a dormir y serás capaz de escuchar ruidos que nunca antes habías escuchado. Es su manipulación encubierta y será crónica en ti hasta que o bien compres sus servicios, solución inmediata pero similar al chantaje porque nunca podrás dejar de pagar si quieres que tu cabeza se mantenga tranquila, o bien conozcas como funciona este mecanismo y lo desactives.
¡Ahhh ja ja ja jajaaaaaaaa jajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa jajaaaaaaaa aaaaaaaaayyyy!
¿Te estás riendo a carcajadas?
Craso error.
Voy a recomendarte algunos pasos para que te libres de estos manipuladores. Si alguien se toma la libertad de atentar contra tu cerebro sin tu consentimiento, tú tienes derecho a defenderte como consideres más oportuno.
- En primer lugar: si abres la puerta y te los encuentras frente a ti, vuelve a cerrarla con la misma tranquilidad. Recuerda que no los conoces de nada y que no les debes ningún tipo de atención. Mi forma personal de hacerlo no es sólo cerrar la puerta sin más. A estas alturas de la vida, me gusta anticiparme a su agresión de varias formas y con distintos grados de energía negativa. Primero les pido una vez que se vayan y a la segunda (porque nunca se van así, a la primera de cambio) les devuelvo la agresión usando distintos códigos verbales y corporales.
- No permitas que empiecen a hablar. Si permites que te saluden, estarás perdido porque utilizan la sobrecarga sensorial para anular tu capacidad de respuesta. No intentes mantener una conversación, dialogar o explicarles que no te interesa. No tienes permiso para hablar y te lo harán sentir patentemente. Hablarán, hablarán, hablarán por encima de tu voz aunque no lo quieras. Así que la recomendación es no intentar pensar demasiado y no invitarles educadamente a que se vayan sino, directamente, cerrarles la puerta en las narices. Es mucho mejor. Les permite sentirse mal durante un buen rato. Que digan o que sientan lo que quieran. No los conoces de nada y no tienes que preocuparte por lo que piensen. Recuerda a qué han venido…
- El momento de mirar por la rendija de la puerta me pone, especialmente, de mal humor. Si has llegado hasta aquí, puedes optar por cerrar la puerta, como siempre, o (¿por qué no?) por divertirte un rato. Yo les pegaría un rodillazo en salva sea la parte. Pero aún quedan opciones antes de pasar a la agresión física…
- Invítalos a pasar (recuerda que ya se han ocupado ellos de que no haya testigos). Haz que salgan a la terraza lo más rápido que puedas. Cierra la puerta. Enciérralos y llama a la policía. Nunca los denunciarás, aunque puedes juguetear a que eran dos, se te medio colaron en casa y en un momento de descuido conseguiste aislarlos.
Este post se está haciendo demasiado largo, así que voy a parar aquí. Pero recuerda que tu cabeza es tuya, que nadie tiene derecho a entrar en ella sin tu permiso y que por mucho que el numerito de la policía sea una exageración (si lo haces, recuerda poner cara de tonto cuando lleguen los agentes), no importa absolutamente nada lo que los aviesos comerciales piensen de ti.
Ánimo y aprovecha la vida para pasártelo bien. Dale la vuelta a las situaciones. Cuélgale el teléfono sin más explicación al vendedor tostón que te hace perder tu tiempo y distraer tu atención. No es obligatorio que seas amable, recuérdalo. Tu amabilidad e incapacidad para dañar a otras personas es la puerta de entrada que utilizan todos estos vendedores de miedo.
Por cierto, voy a enviar copia de de este post al director de comunicación de Securitas. Cualquier respuesta, sea la que sea, la compartiré en este blog. Me siento generoso.
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