* Contenido original publicado en Artematopeya el 28 de febrero de 2012. (c) 2012-2020 Nacho A. Llorente.
Artematopeya Blog & News no es una web sobre cine, aunque a veces nos guste reseñar alguna que otra película haciendo honor al efecto hipnótico del que hacen gala algunos mecanismos psicosociales de los que hablamos en nuestros talleres sobre comunicación emocional. Sobre la última y primera película del debutante Kike Maíllo, no procede profundizar aquí en lo cinematográfico por varias razones a pesar de mis irreprimibles ganas: entre otras, por el hecho de que cualquier dato que se me ocurriera comentar provocaría un automático destripado de las ya de por sí e inexplicablemte en exceso predecibles dos tramas principales de esta historia. Baste comentar aquí que las interpretaciones, a excepción de la maravillosamente intuitiva Claudia Vega y de la maravillosamente actriz Marta Etura, son sencillamente eso: maravillosas. Casi todo lo demás en esta película, incluido Lluis Homar y el siempre sobrevalorado Daniel Brühl, es despiadadamente mediocre y demasiado pagado de sí mismo.
Eva (Escándalo Films) es un mercadillo de intenciones cruzadas que se despeña por congelación. Con un director que se empeña en recordar que no es una cinta de ciencia ficción sino de personajes –y luego termina presentado dos tramas (un triángulo amoroso y una reflexión existencialista) absolutamente adivinables en el minuto ’20 de metraje gracias al innecesario flash-forward que prologa la película– y una producción/distribución que se empeñan en supermanierar el apartado artístico de esta producción para aprovechar que el Pisuerga pasa por Sitges, Venecia y otras fantásticas localidades, la experiencia del espectador es una constante esquizofrenia entre lo que le están obligando a que quiera ver (ciencia ficción de libro) aunque el desenredo de la trama le esté llevando hacia otro lado. Es como lo de vocalizar en voz alta un «sí» mientras mueves la cabeza hacia los lados expresando un «no». Conflicto de hemisferios cerebrales y system crash.
Pero, pero, pero.
A pesar de la indiferencia que me pueda provocar como creación, Eva (Escándalo Films) es un estupendo recurso que voy a empezar a emplear de aquí en adelante para nuestros talleres porque contiene las mejores ilustraciones con las que me he cruzado nunca sobre algunos de los conceptos que conforman el corpus de las disciplinas de comunicación emocional con las que trabajamos en Artematopeya:
- La fotografía y el diseño de sonido (la película transcurre en una localización nevada, blanca, deshabitada, hostil) conforman una metáfora emocional extremadamente afinada que es transversal a todo en Eva como conjunto. No sólo enmarca la acción en una narración (storytelling) con un mood o estado de ánimo y un ritmo determinados, sino que va hilvanando personajes y situaciones en una suerte de collar de hielo mientras estimula todos los canales sensoriales de espectador en una única dirección. A partir de un cierto momento, el espectador es incapaz de determinar donde se encuentra en realidad el paisaje más helado, si fuera o dentro de esos personajes fríos, inexpresivos y casi más muertos que los propios robots que ellos mismos diseñan. Storytelling emocional y punto. Llevado tan al extremo que, como espectador, sales del cine frío en todos los sentidos…
- Algunos robots del universo de Eva, como el Max interpretado por Lluis Homar, son capaces de escalar a voluntad la intensidad emocional de sus configuraciones internas, de sus motores humanizantes, de su interface de relación social.
- Es curiosa -por inesperada- la utilización explícita (y algo amateur…) de un patrón de hipnosis conversacional o lenguaje hipnótico en acción mediante una orden o comando embebido. Esta secuencia lingüística (¿que ves cuando cierras los ojos?) es una orden encubierta de protección que los diseñadores implantan como medida de seguridad para desactivar a un robot fuera de control, provocando un reset instantáneo. Me hubiera gustado más que los guionistas se hubieran documentado mejor, dado que éste (imperativo encubierto) es uno de los pocos ejemplos de patrón hipnótico que en castellano se puede circunloquiar adecuadamente: ¿qué ve alguien como tú cuando cierra los ojos?. Pero nos sirve como ejemplo tal y como está.
- Pero lo mejor de todo es la metáfora visual que emplea Eva para describir el mecanismo emocional que determina el funcionamiento de esos cascarones robotizados vacíos y vírgenes. Es una de las mejores implementaciones del concepto de sistema nervioso y estructura emocional que he encontrado jamás para poder explicar que las emociones no son sino configuraciones determinadas de nuestro sistema nervioso (representadas como nodos, sinapsis, artefactos, objetos, formas… conectados en una especie de red holográfica en la que se pueden tocar, recolocar, reconectar los componentes a voluntad) y que, como tales, pueden ser manipuladas (en el sentido de handled) y reconfiguradas.
Te invito a que le dediques 90 minutos de tu tiempo a esta película. Vas a intuir mucha comunicación emocional en acción.
Nos vemos en el próximo taller de comunicación emocional. Ya me contarás.